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El autor.















23 febrero, 2010

—Cacería de Pingüinos— Cap. 9

—Confusión en el correo—

Al llegar al correo, Ricardo, que ha estado observando a cada pasajero, asegurándose que son personas comunes y corrientes, baja por la puerta trasera. Camina hacia el otro paradero, cerca de un negocio de video-juegos, donde debe tomar la otra línea de recorrido. De improviso, una mano que coge su brazo, le hace dar un sobresalto...

—¡"Cabezón"!... ¿Qué hací' aquí', loco? Me asustaste, socio...

—¿Y porqué te asustaste, "pingüino"? –dice sonriendo.

—Es que... No, lo que pasa es que no esperaba que estuvieras aquí, pu' socio.

—Aah. Oye, loco. Te invito a jugar unos "fliper"...

—Putas' lo siento, socio. Ahora no puedo... es que voy apurado a... un negocio. Después te explico.

—¿Me estai´ rechazaaando, loco? –dice molesto, el "cabezón", tomándolo de la mochila–. ¿Y qué diriai', "hociconeta", si después te voi' a buscar al liceo y te saco la... –En este punto el "cabezón" tiene la "amabilidad" de recordarle a toda su parentela, incluyendo a su polola.

—Puchas, no te enojís, pu' socio. Si querís, después le preguntai' al "tijera". Él te lo puede explicar todo, socio. Ahora tengo que tomar la locomoción –explica, convencido de que es mejor que el "cabezón" le dé una "fleta", antes que lo conviertan en "animita", como dice el "pulga". El "cabezón" no deja de sujetar su mochila, impidiendo que pueda subir al taxibús. De improviso, y con un rápido movimiento, el "cabezón" le saca la mochila. El corazón parece que le fuera a saltar del pecho...

—Oye, no pu' socio –dice con angustia–. Devuélveme la mochila pu'. ¿Pa' qué la querís' vo'?, si son puros cuadernos, socio –dice, rogando que al "cabezón" no se le ocurra abrirla.

—Es que vo' no querís' aceptarme un "fliper" pu', loco. Soi' 'mala onda', "hociconeta" ¿ah?. Y después andai' llorando que te pase unos "pitos" pa' hacer negocio... –dice el muchachón, en tono taimado e irónico.

—Y si jugamos un "fliper", ¿Me dajai' irme?

—¡Clarimba, pu' loco!, Si nos jugamos uno solo, y después nos vamos. ¿No vis' que ando apurao', porque tengo que hacer unas "entregas", loco?.

«¡Salvao'!».

El "cabezón" le devuelve la mochila, lo que hace que regrese su corazón al pecho. Entran al negocio de video-juegos, y Ricardo se asegura que el "cabezón" le haga prometer que será solo un juego, cosa que el muchachón promete sin dificultad. En medio del juego están, cuando el corazón parece que se le va a paralizar... En el centro de la puerta, de pié, está el "tijera", llamándolo con su dedo índice. El jovenzuelo mira al "cabezón", haciéndole una seña con su cabeza para que mire hacia la puerta. Lentamente se acercan al "tijera". El "cabezón" con su cara llena de risa, y el "Pilo" con una que parece conducirlo al matadero.

—Hola, "tijera". ¿Qué andai' haciendo por acá, loco –dice sonriente el "cabezón".

—¿Qué fue lo que conversamos, "pingüino"?. –pregunta molesto, el "tijera", ignorando el saludo del "cabezón".

—Es que el "cabezón" me... presionó pa' que jugáramos un puro juego...¿verdad, "cabezón"? –se disculpa el "Pilo", rogando que el "cabezón" no le vaya a pegar la "desconocida".

—¿Qué pa', loco? —pregunta el aludido, con cara de interrogación–. Yo jodí, al socio pa' que jugáramos un puro "fliper".. ¿Por qué, loco? ¿Qué "drama"?.

—Vo' no te metai' "cabezón" –responde molesto, el "tijera", mientras le quita la mochila al asustado jovenzuelo–. Vo' sabís' muy bien, "cabezón", que cuando se está "piloteando", no se puede andar haciendo estas 'leseras'. Y menos cuando es una "entrega" tan importante como la que llevai' aquí, "pingüino" "asopao". –dice en voz baja, para evitar que los demás escuchen la conversación. ¿Querís que nos manden a toos', al "patio de los callaos'?... Y así te creís "profesional", "atontorronao'". No te alcanza ni pa' payaso. Voi' a tener que encargarme yo mismo de la entrega... Después verís' vo' qué explicación le dai' al "barba", pingüino "asopao".

La sola idea de darle explicaciones al hombre de la barba, le congela la sangre. Ahora es su turno de sentir que el estómago le da vueltas descontroladamente.

—Oye, "tijera" –interviene el "cabezón"–. No le carguís' los dados, al "pingüino", pu' compadre. Yo no sabía que andaba en una "entrega". Si no, no lo habría "hinchado", pu' loco...

—"Al baño"... –dice cortante, el "tijera".

—¿Qué...? –pregunta sin entender, Ricardo.

—Que vayamos al baño, "pingüino" –dice a modo de explicación el "cabezón".

Mientras se dirigen a los servicios higiénicos, Ricardo recuerda con angustia las palabras del "pulga": "En las “ligas mayores” compadre, no te pegan una patá’ en el traste si te equivocai’, loco. Te pegan un par de “tunazos”, y te convierten en “animita”, loco". En el baño está orinando un viejo borrachín, que al verlos entrar, los saluda con jolgorio. El "tijera" lo hace a un lado de un empujón, pidiéndole , no de buenas maneras, que salga del baño. El borracho se envalentona y a su vez lo "amenaza" en medio de una persistente tos.

—Vírate, viejo "tuberculoso"... –dice el "tijera" tomándolo por las solapas del sucio abrigo.

—Sí, sí. Me voy a morir de tuberculosis, ja, ja, ja. –dice riendo el viejo, tratando de abrazar al delincuente–. Ven. Ven a "bailar con la muerte", ja, ja, ja...

—Oye, "cabezón", tiéneme' la mochila –dice el "tijera", mientras se desase del viejo, empujándolo fuera del W.C.

Ricardo, observa la escena, con ojos asustados, esperando que ésta dure para siempre, y no tenga que quedarse a solas con el "tijera". Pero la cruda realidad es que todo tiene su fin, y él no quiere que éste sea el de él... El "tijera" pide al "cabezón" que se quede en la puerta impidiendo que alguien entre, mientras él lleva al "Pilo" hacia un rincón del cuarto...

—Mira, "pingüino" –dice tomando a Ricardo, por la solapa, quien lo observa con ojos desmesuradamente abiertos–. Vo' estai' arriesgando a que me hagan "fiambre" por tu culpa. Y antes que pase eso yo...

—Oye, "tijera" –interrumpe el "cabezón"–. No "carguí" al "pingüino", pu' socio. Si el "pitufo" me hizo caso a mí pu', loco. Dale otra oportunidad... pu' loquillo.

—¿Vo' te hací' responsable por él, "balsa"? –responde el "tijera", soltando a Ricardo.

—Yo me hago responsable, pu' loco... Total no pasa na'.

—Está bien. Pásale la mochila... Mira, "pingüino", –dice ahora el "tijera", dirigiéndose a Ricardo– agradece al "cabezón" que vai' a tener otra "chance". Pero te advierto desgraciado : Esta pasá que hiciste a los "fliper", nunca pasó ¿entendiste? –el asustado muchacho asiente con la cabeza–. Nunca me viste a mí... Nunca te encontraste con el "cabezón". Si el "barba" te pregunta, : Vo' te bajaste de la "22", esperaste un rato, y después te subiste a la "35". Si te poní' a "hociconear" con el pulga, o con cualquier otro "pingüino", yo tengo como "datearme", vo' sabís. Y si le mencionai' al "barba" que me viste a mí, o al "cabezón", ... date por "finao'". ¿Oiste?

—Además –dice el "cabezón"–, no podís "venderme" a mí, loco. Yo te estoy salvando el "pellejo", loco. No te olvidí, que estamos toos' metíos' en esto.

—Gra... gracias..."cabezón" –dice con un suspiro de alivio el jovenzuelo–. Putas' con lo que estai' haciendo por mí, ni aunque me maten, voi' a soltar "jeta", socio –dice con seguridad, para congraciarse con los dos delincuentes.

El asustado "Pilo", comienza a recuperar su tranquilidad. Después de todo no han pasado más de cinco minutos en todo este desagradable episodio, y puede explicar sin problemas que la "35" se demoró un poco al pasar. Recordando los argumentos de las películas que ha visto, y como un detalle "profesional", pregunta...

—¿Se molestan si confirmo que el "paquete" esté todavía en la mochila?...

Los dos delincuentes cruzan miradas, sorprendidos. No esperaban tal reacción del "jovenzuelo".

—Me parece una muy buena idea, "pingüino" –dice el "tijera", mirando desconfiadamente al "cabezón"–. En este "negocio" hay que cuidarse el "traste" de toos'. Aquí no hay amigos...

—"Lo mismo digo" –responde el "cabezón", dándose por aludido, y devolviendo la misma mirada de desconfianza al "tijera".

El "Pilo" se siente hinchado de orgullo, al demostrar que, después de todo, el es un "profesional". Pasado el susto, vuelve a adquirir su actitud fanfarrona de siempre. Abre pausadamente la mochila, y emulando al hombre de la barba, moja su dedo meñique con sus labios, lo mete por un pliegue del paquete, y se lo lleva a su lengua, ante la mirada atónita del "tijera".

—¿Qué creís' que estai' haciendo "pingüino"? –pregunta molesto el delincuente...

—¿Y si cambiaron el paquete? –dice por toda respuesta.

Nuevamente los delincuentes cruzan miradas, ahora más sorprendidos.

—Después de todo, este "cabrito", no es ningún "gil" –comenta el "tijera"–. ¡Aprende, "cabezón"!...

El "Pilo" siente que el botón de la camisa le va a saltar del pecho... Ya se siente nuevamente dueño de la situación. «Es buena», dice ante la sorpresa de los delincuentes.

Claro, el nunca ha saboreado cocaína. Solo la ha fumado, y de mala calidad, en "cigarrillos-monos". Pero el sabor ácido y picante del polvo, le hace estar seguro que es genuina. El "tijera" hace lo propio, sin quitarle le vista a Ricardo, aún sorprendido por la "ocurrencia" del muchacho. El "cabezón" se apresura también a dar su veredicto... «¡Concha!... es de la pura», dice muy sorprendido. Los tres salen del negocio de video-juegos, no sin antes cerciorarse que nadie los está observando.



El trayecto en la "35", ocurre sin contratiempos. Siempre observando a los pasajeros, con mirada felina, Ricardo repasa una y otra vez los acontecimientos en los video-juegos. No puede esperar a contarle al "pulga", cómo el "tijera" le dijo al "cabezón" que aprendiera de él. Claro, solo le contará eso. Con respecto a lo demás, el "pulga" tendrá que entender que el trabajo "profesional" no se comenta con nadie, ni siquiera con su mejor amigo. Se imagina que ahora el "cabezón" no tendrá excusas para entregarle "pitos" para colocar en el liceo. ¡Qué pitos!. Ahora le exigirá solamente "monos".

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