BIENVENIDOS A ESTA BUTACA DE LA VIDA

Este sitio está creado con la finalidad de ayudar a jóvenes y adolescentes a meditar en cómo llevan su vida, y también pretende servir de apoyo a profesores y educandos a analizar los valores actuales y dar una buena guía cristiana.



Si les puedo ayudar en algo más, no trepiden en escribir a mi correo electrónico:
hemem.tj@gmail.com o a "contacto con el autor".



El autor.















23 febrero, 2010

—Cacería de pingüinos— Cap. 7

—Traspaso de “trabajo”—

A medida que se acerca el día de la “entrega”, el “pulga” se pone más nervioso. Ya no puede calmar los fuertes dolores de estómago que ha comenzado a sentir durante los últimos días. Hasta su mamá se ha preocupado por el inesperado insomnio que afecta a su hijo. La otra noche tuvo hasta una pesadilla. Se veía huyendo de los detectives, que lo seguían y le disparaban. Trataba de sacarse la pesada mochila de la espalda. Pero ésta estaba “pegada” fuertemente a sus hombros, y no podía liberarse de ella. Cuando por fin lograba llegar a su destino, unos hombres muy grandes, habrían la mochila, y al ver que estaba vacía lo apuñalaban reiteradamente. Ese día despertó bañado en sudor. Ya no podía soportarlo. Tenía que contárselo a alguien o se volvería loco. ¿Pero a quién? El Rolando era un infantil. El flaco Frías, era capaz de contárselo al profesor para pedir una “orientación pedagógica”. Como la última vez cuando le confesó al profesor que habían sido ellos los que se robaron las tizas de colores, para rayar paredes, para que les diera “consejo formativo”. «Lunático». Y ni pensar en el “Pilo”. El “cabezón” ya le había advertido varias veces sobre él.



Esa mañana, un día antes de la “entrega”, había amanecido especialmente tembloroso. Parecía que las piernas no podían sostenerlo. Ricardo estuvo casi toda la mañana insistiendo en que él sabía que algo le pasaba. Y que si no era capaz de contárselo a él, dónde quedaban los amigos. En la tarde, el “pulga” no pudo resistir más la presión, y llamó a Ricardo al baño de los hombres.

—Oye, loco. Mira, escúchame. Te voy a contar algo, pero júrame por tu madre... no, ... por la Camila, que no se lo vas a contar a nadie...

—“Guena”, loco. Si vo’ sabí’ que nunca te he vendio’ pu’... no me salgai’ con esa ahora...

—No, pero... júramelo, loco... júramelo por la guagua de la Camila, loco.

—Ya, está bien. Te lo juro –responde Ricardo, haciendo el gesto de juramento.

—No, pero... por la guagua de la Camila, compadre...

—Ya, oh... Te lo juro por la guagua de la Camila, que también va a ser mi guagua, pu’ loco... No me quiero ni acordar, compadre –dice, llevándose una mano a su cabeza, y cerrando los ojos–. Mis taitas quieren hablar con los viejos de la Camila pa’ casarme. ¿Te dai’ cuenta, loco? Mis propios viejos me quieren joder... ¡Dónde vamos a llegar en este país pu’ loco!...

El “pulga” se presiona la parte superior de su nariz, cerrando fuertemente sus ojos, como sacando fuerzas de flaqueza para poder hablar.

—Mira, socio –dice finalmente con un suspiro, desestimando las desenfadadas lamentaciones del “Pilo”–. Me enredé con los “drogos” grandes, compadre...

—Aah, pulento, loco... Nosotros te vimos el otro día, con el Rolo’, cuando te encaramaste al “Lada”... ¿Y?

—En un principio yo también lo encontré “buena onda”, pu’ loco. Pero ahora ya me hago en los pantalones pu’ compadre...

—¿Por qué, socio?

—Por que en las “ligas mayores” compadre, no te pegan una patá’ en el traste si te equivocai’, pu’ loco. Te pegan un par de “tunazos”, compadre, y te convierten en “animita” pu’ loco.

—¿Y qué es lo que tenís’ que hacer?

—Llevar un paquete al otro lado de la ciudad y entregárselos a unos gallos que van a estar vestidos de vendedores de palomitas de maíz..

—¿Y eso es todo?

—¡Qué!... ¿Te parece poco, loco?

—Chis’ pero si eso es lo más papa’ del mundo, loco. Eso lo hago yo, con los ojos cerrados, pu’ loco.

—Claro, vo’ lo decí porque no soi’ vo’ el que va a arriesgar el pellejo, pu’ loco.

—¿Y qué tanto, loco? ... Si querís’ yo te acompaño...

—¿Estai’ más gil?... No sé cómo te estoy contando, loco. Si este atao’ no tenía que decírselo a nadie, compadre... a nadie. Te lo cuento a vo’ porque me hai’ estado “hinchando” todo el día no más, y bueno, por que ya no me lo aguantaba más, loco...

—¿Y qué hay en el paquete, compadre?

—No me lo dijeron, pero obvio que es “drogueli”, pu’ loco. Debe valer re’ mucho, loco pa’ que me ofrecieran cincuenta lucas.

—¿Cincuenta mil, por ir a dejar un paquete? ¿Y cuántos paquetes tenís’ que llevar?

—No sé. No me dijeron. Pero si lo hago bien, me van a mandar too’ el tiempo, supongo...

—Puchas’ socio. Yo me conformo que me enviaran unas dos veces,... no, unas cuatro veces no más. Chis’ con esa “tucá”, me compro un “estereo” de miedo, compadre, con unos parlantes así, loco...

—Oye, ¿Vo’ hay estado escuchando lo que yo te digo, loco? ¿No escuchaste que te estoy diciendo que me pueden dar unos “tunazos”, si me va mal?



Ricardo ríe ante el temor del "pulga". ¿Qué puede pasar con ir a dejar un simple paquete de un lugar a otro?. "La vida tiene sorpresas" reza una popular canción. Y a veces teje dramas, que se ciernen sobre los incautos cual tragedia Griega. Pero el "Pilo" piensa que él es «agallao'», no como el "pulga", que se «'mea' en los pantalones», cuando tiene que hacer un "trabajo" importante. Si fuera él quien llevara el paquete, «lo haría en "tres tiempos". Y además les compraría un paquete de palomitas, a los gallos, pa' despistar». Éso es ser "profesional". La vida, cual araña gigantesca, teje dramas... Y en este caso el tejido no es para el "pulga". Su repentino temor, lo ha rescatado de la "araña", aunque él todavía no lo sabe.

—Oye, "pulga". ¿Y vo' no podí' hablar por mí, loco? Yo también podría hacer entregas importantes, compadre. Y a mí no se me harían gelatinas las "patas", loco... –dice, adoptando esa ridícula facha de "duro" que molesta al "pulga", y lo hace arrepentirse de haberle contado el cuento.

—Oye, "asopao",... ¿Vo' creís' que es "chiste" meterse con esos gallos, loco?. Madura, loco... –dice el "pulga" mientras vacía su vejiga en el urinario.

—Bueno, "gallinita co-co", ja, ja, ja. –se burla Ricardo, dando un golpe en la espalda a su amigo, haciendo que se moje los pantalones con su orín– Si "ponís' reversa", les decí' a los "drogos" que "todo pasando" conmigo, loco.

—Oye, loco me hiciste mojarme los pantalones , "asopao'"...

—Ah, yo creí que ya los traías mojados de antes, loco, ja. ja. ja.

«Mojón inflao'».

Durante la siguiente hora de clases, trata en vano de concentrarse... Se siente enfermo... Siente un nudo en la boca del estómago. Si solo pudiera cambiar con el agrandado del "Pilo". Total,... él estaría feliz de encargarse de la entrega. La idea de amanecer enfermo al día siguiente y no cumplir con el "trabajo" se posesiona cada vez más de su afiebrada mente. Faltando unos minutos para el término del día de clases, toma la decisión: Se acerca al profesor apenas suena el timbre de término de clases...

—Señor...

—¿Sí, "pulga en el oído”?... ¿Qué te pasa, hombre? Hace días que te noto pálido y ojeroso...–dice el profesor, poniendo su mano sobre el hombro del muchacho–. No me vayas a decir que estás fumando "yerba", pu' Pizarro...

—No, profe, cómo se le ocurre... Lo que pasa es que hace días que ando enfermo del estómago. Me dan unas "diarreas" cototas' profe. Pa' más, casi no duermo bien. Me dio "insomio".

—"Insomnio"....

—Yo de eso quería hablarle, profe... Mañana quiero ir a ver al doctor, porque mi mamá se está preocupando mucho que no duermo. Y a lo mejor voy a tener que pegarme la falla varios días.

—Me parece una buena idea. Si traes el certificado médico de atención, no va a ver ningún problema. ¿Estás seguro que no tiene nada que ver con...?

—Na´que ver, profe. Tranquilo... Usted sabe que yo no le hago a esas cosas pu’ señor...

—Está bien. Si tú lo dices, te creo.



Apenas abren la puerta del liceo, el “pulga” se apresura a salir en dirección al paradero de locomoción colectiva. Ni siquiera desea toparse con el “Pilo”. Lo único que quiere, es estar en su casa, lejos de los “drogos”.

—Hola, “pulga”...

El saludo del “tijera” lo hace dar un sobresalto. No se lo esperaba. Trata de dominar el temblor de su voz. No quiere dar a entender que se ha acobardado.

—Ho...hola, “tijera”. ¿Qué hay? –responde lo mas tranquilo que puede aparentar–. ¿No ibas a venir mañana?

—Claro, pu’ “socio”. Pero tenemos que fijar la hora, y dónde nos vamos a encontrar. No pensarís’ que vamos a andar con el “paquete” bajo el brazo, pu’ loco...

—Oye, “tijera”. De eso quería hablarte... Lo que pasa, socio, es que me enfermé hasta la tusa. ¿Sabís que ando con unas “diarreas” re´grandes, socio?. Putas’ lo que más siento son las cincuenta lucas,... pero no voi’ a poder hacer la entrega, socio... ¿Podríamos dejarlo pa’ otro día?

—¿Me estai’ “vacilando”, “pingüino”? –dice el “tijera”, cambiando inmediatamente el tono de la voz. Eso precisamente es lo que hace que el “pulga” sienta nuevamente los retorcijones de estómago–. ¿Vo’ creí’ que les voi’ a decir a los gallos que hicieron medio atao’ pa’ mover la “diosa”, que vamos a tener que “chantar” too’ porque el “piloto” se enfermó? ¿Tai’ enfermo del mate, loco? ¿O querís’ que me lo “manden a guardar”?..

—Yo entiendo, “tijerita”, pero ¿qué puedo hacer, pu’ “socito”? Si camino tres pasos y tengo que salir apretando cachete pal’ baño, pu’ socio...

—Ese es tú problema, “pingüino”. Te ponís un corcho y “pilotiai’” o te vai’ cortao’ –dice en tono terminante, el “tijera” y con cara de no muy buenos amigos.

El “pulga” comienza a sudar por la espalda, y por un momento no sabe si es la transpiración que le corre por entre los glúteos, o es que va a necesitar calzoncillos limpios.

A cierta distancia, el hombre de barba y otro individuo delgado, de terno y corbata, observan la conversación desde el táxi.

—¿Qué pasa, que noto al “tijera” medio alterao’? –dice el de terno.

—No sé. Parece que hay problemas... “joder”.

—¿Investigaron bien al “pingüino"?

—Sí. Es de fiar. Ya ha hecho otros trabajos para nosotros... No te preocupes.

—No, si yo no me preocupo. El que tiene que preocuparse eres tú. Tú y tu gente. No te olvides que es la primera entrega con los “cholos”, y no quiero que nada salga mal... nada.

—Lo tengo muy presente.

—“Te vale”.

—Mira, ahí viene el “tijera”...

—Hay un problema –dice el “tijera”, sobando su barbilla mal afeitada, una vez que alcanza la ventanilla del automóvil.

—“Soluciónalo” –dice parcamente el de terno.

—Necesito la autorización de usted, jefe.

—“Vomita” –dice el de terno.

—Es que el “piloto” se enfermó. Anda con “diarrea” y no puede ni caminar

—¿Y por lo tanto?... –pregunta el de barba.

—Existe la posibilidad de cambiarlo por otro que también usamos, y que ya nos ha hecho otros “trabajos”...

—¿Y es bueno? –pregunta el de barba.

—Al menos hasta ahora nunca nos ha fallado...

—¿Y sabe el oficio? –pregunta ahora el de terno.

—Bueno... antes trabajó con la competencia, y conoce bien el mercado. Ha hecho otras entregas grandes... es “profesional” –miente el “tijera”, para salir airoso del problema.

—¿Qué dices tú? –pregunta el de terno, al de barba–. Después de todo ustedes son los que ponen en “traste”...

—Mmmm... Está bien. Si el “tijera” lo conoce...

El de barba le hace un gesto con la cabeza al “tijera”, asintiendo. El delincuente regresa donde el “pulga”.

—Esta bien, "pulga". Está hecho. Anda a buscar al... ¿Cómo se puso, el "balsa"?... Ah, el "Pilo"...

«¡Encantadísimo!».

El "pulga" debe hacer verdadero esfuerzo por evitar la sonrisa que puja por apoderarse de su transpirado rostro. Le invade una alegría desatada. Por poco le da un beso al "tijera".

—Oye, "pulga"... Supongo que cachai' que las cincuenta lucas, se las vamos a tener que pagar a tu amigo.

—No, no, por supuesto... lógico. Está bien. Pa' la otra será pu' –responde condescendiente el jovenzuelo, tratando de parecer afectado...

Ya pensará algún "drama", para que esa otra vez no sea nunca... Por último le echa la culpa a su "vieja".

El "pilo" no puede creer su "buena suerte". Incluso hasta dio las gracias, el iluso. Al "pulga" ya no le quedan dudas que el "cabezón" tenía razón en cuanto a su amigo.: agrandado y "payaso". De todos modos espera que no le pase nada. No se perdonaría que le ocurriera algo. Fijo que tendría pesadillas con él. Y capaz que viniera con los "monstruos del pantano" a llevárselo por las "patas".

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por comentar, lo aprecio.
Si deseas enviar un email privado, escribe a hemem.tj@gmail.com.