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El autor.















31 mayo, 2010

—Cuentos de Pingüinos— Cuento. Cap. 13

—Los “vivos” y los tontos—
Cap.13


En una casa de una población, al norte de la ciudad, el “tijera” y el “cabezón”, celebran...

—¿Creís’ que nos creyeron, “tijera”? –pregunta el “cabezón”, recostado en un camastro, tomando una cerveza...
—¿Y tenís’ dudas, “cabezón”? ¿No viste como el “gil” se las mandaba de “avispao’”, tratándonos de “giles” a nosotros?, Ja, ja, ja. No sabe que el “gil” es él. Viejo “chalao’”. –responde el “tijera”, dando un largo sorbo a su tarro de cerveza, sentado en una silla vieja, con sus pies sobre la mesa. Una docena de cervezas en tarro descansan en el refrigerador.
—Oye, ¿creís’ que se vayan a “echar” al “pingüino”, loco?...
—Seguro, loco... Y si no se lo “echan”, lo vamos a tener que “echar” nosotros, “cabezón”. El “mojón” salió más vivo de lo que yo creí. ¿Viste la “salida” que tuvo en los “fliper”? ¿Te imaginaste vo’, que el loco iba a revisar la “merca”?...
—¡Nunca, loco!... ¿Y viste que el “agrandao’”, le metió la uña a la “merca”, loco?
—Claro, y vó’ te aprovechaste del pánico, y metiste casi toa’ la “puruña”. Si era pa’ catear no más, pu’ “avispao’”, y no pa’ pegarte una dosis completa.
—Ja, ja, ja.
—¿Y “deaónde” se te ocurrió sacar al “curao”, al baile, “cabezón”?
—Ja, ja, ja. Ahí tenís, vo’ pu’. Si vo’ no soi’ el único que tenís’ cerebro, pu’ loco... Así van a creer que el viejo, era “yunta” del “pingüino”, y que le cambió el paquete, pu’ loco.
—Tai’ aprendiendo de tu taita’ pu’, “cabezón”. ¿Y viste que yo también metí al baile al gallo de las palomitas?..
—Pero si ese era el contacto pu´ loco.
—Putas’ que soi’ “atontorronáo”, “cabezón”. ¿Qué no escuchaste al viejo “gil”, que habían dos carros de palomitas, leso?
—Ah, de veras, loco. Se me le había olvidáo’. Oye, ¿Y deaónde’ salió ese “gil”, loco?.
—No sé pu’ “cabezón”. Seguramente andaba vendiendo “legal”, por ahí, y se terció no mas pu’.
—“Güena”, “tijera”..oh. Salió mejor de lo que planeamos, loco. Después que íbamos a tener un solo sospechoso, salieron tres... “la raja”, loco. Ja, ja, ja.
—¿Y te costó mucho cambiarte la ropa en el centro, “cabezón”?...
—Pa’ na, loco’. Me metí a los “meaderos” de la plaza, y ahí me cambié pu’ loco.
—¿Y te deshiciste de la bolsa roja, como te dije?
—Claro, pu´ loco. Si no soy “gil”. La tiré adentro de un tacho de basura, loco.
—¿No te dije que la quemaras, idiota ?–dice en tono molesto, el “tijera”.
—Tranquilo loco. La boté en la basura que pasa por el correo, y se la llevó, el curao’. A esta hora debe estar durmiendo con almuá’ nueva en la playa el loco, Ja. ja. ja.
—Oye, ¿Y pa´qué queríai’ que fuera roja?, loco. Podía ser de cualquier color, pu’ loco.
—A vo’ te falta mucho todavía, “cabezón”. Por eso tenís’ que ser mandoneáo’, todavía. Si aprendís’ de este pechito, algún día vai’ a tener plata, loco.
—Si, pero por qué tenía que ser roja, pu’ loco...
—Pá que se notara de lejos, pu´ “atontorronáo”. Así todos verían al “pingüino” leseando con “su amigo”, y caería de cajón que ellos se cambiaron el paquete en el baño de los “fliper”. Si al “agazapáo’” se le ocurre ir a preguntar al cajero del “fliper”, el loco no se va a olvidar de un bolso rojo, pu’ “gil”. ¿Cachaste, ahora, “apaváo”?.
—Y por qué no me dejaste decirle al “agazapáo” que pensábamos que eso es lo que seguramente había pasado, Pu’ loco...
—Putas’ que soi’ bien leso, vo´ “cabezón”. Cuando vo’ tirai’ la carná, tenís’ que dejar que los “giles” saquen las conclusiones ellos solos. Así se creen “avispaos” y se la tragan toa’, hasta con anzuelo y too’. Si vo’ te hacís’ el que no "cachai'" ná’, pasai’ por “gil”, cosa que a vó’ no te cuesta mucho, ja, ja, ja. Así nadie sospecha de vo’. ¿Vai’ aprendiendo, “atontorronao”?.
—Te creí’ el hoyo del queque, loco. Acuérdate que yo también me pegué’ flor de cuenteo’ cuando el viejo “gil” me preguntó...
—Pero no vai’ a comparar con el medio teatrito que me mandé cuando el viejo “gil” me dijo que habían cambiado el paquete...¿o no, “gil”?.
—Pa’ qué lo vamos a negar... Si hasta a mí me convenciste, loco, Ja, ja, ja. Caacha, loco... “¡¡¿Quée?!!” –dice emulando al “tijera”– “¡¿Cuándo?!”... “Pero... pero ¡¡¿Cóomo?!! ¡Oh, no puede ser, Dios mío!”...Aaaah, loooco. Te las mandaste...
—Ahora tenemos que seguir haciéndonos los “brevas”, hasta que pase too’ el “revuelto”, y después... a gastarse la platita. Lo primero que voi’ a hacer, me voi’ a traer tres “piernas” pa’ mí solo a la pieza, y me voi’ a encerrar por una semana entera, loco. Voi’ a levantarme a puro “mear”, ja, ja, ja.
—Oye, “tijera”, antes que empezí’ a gastarte mi plata...¿Y si el “pingüino” se “ablanda” y nos vende, loco?
—Eso... ya lo tengo pensado, pu’ “cabezón”. ¿Creí’ que me iba a arriesgar a que me pegaran un “tunazo” así no ma’?. Mañana cuando nos vuelva a interrogar el “viejo gil”, le decimos que ahora que nos estamos acordando, con toa’ esta cuestión, habíamos visto al “pingüino” vendiendo “monos” en el liceo, y que nos había extrañado, por que nosotros hacía tiempo que no le pasábamos “merca”. Así el “gil” va a creer que los de la competencia lo están “aceitando”.
—Sí, pero ¿y si se le abre el “tollo”, y nos acusa que estuvimos con él en los “fliper”?
—No creo, por que el “breva”, tiene miedo que nosotros lo “faenemos”. Pero si lo “apretan” y se le cae el caset, decimos que es cierto, y que no habíamos querido decir por que teníamos miedo de que nos sacaran del negocio. Pero que nosotros no le tocamos su mochila, que lo único que hicimos fue apretarlo de porqué se había metido al “fliper” con su amigo... y que también lo habíamos visto conversar con el curao.
—¿Y si dice que ese “amigo”, era yo?.
—Lo negai’ pu’ “brevas”. Decí' que el “pingüino” se las quiere sacar con vo’, y te chantai’ ahí, no mas pu’. Además le decís’ que vo´ nunca habíai´ tenido un bolso rojo, como el del amigo del “pingüino”.
—Putas’, eso me deja mas tranquilo, loco...
—Como el “pingüino” no va a hablar na’, van a creer que es “duro”, por que yo les dije que era “profesional”, y fijo que se lo “echan”. Pero si no, lo “echamos” nosotros, después. “Perro muerto, no ladra”, ja, ja, ja.

Los delincuentes siguen tomando cerveza y felicitándose uno a otro por su “genialidad”. La frialdad con que disponen de una vida humana, muestra el grado de corrupción que alcanza una persona cuando cae presa de la ambición y de la droga.

Ignorante de todo esto, el “Pilo”, Ricardo, no tiene gran dificultad en convencer a su madre sobre lo “latoso” que fue esperar al doctor. Ante la insistencia de sus padres a que asuma la responsabilidad de padre, el muchacho se encierra en su cuarto con un portazo.

Al día siguiente, decide no ir a clases. Se dirige a la casa del “cabezón”, para ponerlo sobre aviso con respecto a sus declaraciones. No lo encuentra en su casa. –«no vino a dormir, y no sé dónde pueda estar»–. Son las ocho treinta de la mañana. No sabe dónde vive el “tijera”. ¿Y si le pregunta al “pulga”?. No. Seguro que lo dejan en clases. Decide dirigirse a las inmediaciones del liceo, tal vez pueda hallar al “cabezón” “cazando pingüinos”. No encuentra a nadie en la calle. Al parecer el único que ha hecho “la chancha” es él.

Un taxi, que se le hace muy familiar, aparece por la esquina del liceo... Reconoce al hombre de barba y al de terno. El taxista que lo trajo con el dinero del “trabajo”, va al volante. No se ve al “tijera” ni al “cabezón”. Los hombres parecen reconocerlo... El taxi se dirige hacia él...

Fin del Cap. 13

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